ASTUCIA SOCIAL.
El psicólogo Howard Gardner definió “inteligencia
social” (SI, por sus siglas en inglés) en su teoría pionera de las múltiples
inteligencias. La SI
incluye ciertas habilidades como “conciencia situacional, presencia,
autenticidad, claridad y empatía”. La gente se siente naturalmente atraída
hacia las personas con un mayor nivel de inteligencia social. Los individuos
con inteligencia social logran que los demás se sientan valorados, amados,
apreciados y respetados. En contraste, las personas con bajos niveles de SI
presentan un “comportamiento tóxico”, que hace que las personas a su alrededor
se sientan incómodas, enojadas y disminuidas. ¿Qué tan bien logra usted lidiar
con situaciones sociales? Las interacciones sociales tienen lugar en un
contexto de reglas de comportamiento establecidas, y de patrones subyacentes y
decisiones inconscientes. Si usted está preocupado por su agenda y sus propios
intereses, y es incapaz de percibir los intereses y necesidades de los demás,
sus experiencias sociales sufrirán. Tendrá dificultades para que los demás
interactúen y cooperen con usted.
CONCIENCIA SITUACIONAL.
La conciencia situacional determina nuestra respuesta
en situaciones sociales. Esta supone valernos de nuestra intuición e
inteligencia para decidir, por ejemplo, si debemos hablar o simplemente callar.
Para desarrollar nuestra conciencia situacional, debemos prestarle atención a
las señales verbales y no verbales de quienes nos rodean. La “estupidez
situacional” consiste simplemente en mantener una posición egoísta e
irreflexiva, que puede resumirse como “malos modales”. Los seres humanos llenan
los espacios con significados, y dichos significados influyen en sus
interacciones. Pensemos en todo lo que sentimos cuando entramos a un tribunal o
a un club. Las interacciones sociales dependen del tipo de espacio en el que
habitemos:
1. Espacios públicos: almacenes, parques, etc., en los
que nadie está obligado a interactuar.
2. Espacios sociales: por ejemplo, una fiesta, donde
las personas interactúan más directamente.
3. Espacio personal: la “zona de comodidad” de cada
individuo, que varía en cada cultura.
4. Espacio íntimo: el espacio que rodea nuestro cuerpo
íntimamente.
Entrar al espacio íntimo de una persona supone
cercanía emocional o interacción sexual. Hay personas que sienten la compulsión
de permanecer frente a los demás. En la carretera, estas personas aceleran
justo cuando las estamos tratando de adelantar. Tratan a los que están detrás
de ellos en una fila como si fueran socialmente inferiores. La organización del
espacio físico puede generar un efecto subliminal sobre nuestros prejuicios
sociales. Nuestra postura, gestos, tono de voz y forma de vestir comunican un
“contexto de comportamiento”. Los demás reaccionan inconscientemente ante estas
señales. Observe personas en espacios públicos y trate de descubrir a qué
grupos pertenece. Identifique todas las técnicas verbales y no verbales que
usan para comunicar su relación y estatus. Mire una película sin sonido. Vea
cómo los personajes comunican significados con sus gestos, expresiones y con su
posición espacial. Note el efecto que el espacio físico genera en usted.
PRESENCIA.
La presencia tiene que ver con la impresión que
causamos a los demás. Es la suma de nuestro lenguaje corporal, apariencia
física y comportamiento. El carisma es nuestro nivel de energía social, esa
cualidad intangible que atrae a los demás. A veces es necesario ajustar la
intensidad de nuestra presencia dependiendo de la situación social. Tome en
cuenta, por ejemplo, cómo los policías ejercen su autoridad dependiendo de si
están almorzando o enfrentando una situación peligrosa.
AUTENTICIDAD.
Para ser auténticos, debemos entender nuestras
verdaderas motivaciones y objetivos. Hay personas que son socialmente
inteligentes, pero que tienen menos “inteligencia emocional”. Estas personas
pueden despertar sentimientos de afecto, pero son incapaces de conectarse con
los demás a un nivel más profundo. Según varios testimonios, Ronald Reagan tenía
este tipo de personalidad. Aunque lo adoraban y lo consideraban un “gran
comunicador”, Reagan no parecía interesarse mucho por los demás. Y nadie lo
sintió más que sus cuatro hijos.
CLARIDAD.
La claridad es nuestra habilidad de comunicarnos
verbalmente. Los idiomas crean el ambiente en el que viven e interactúan las
personas, así que los patrones del habla son de suma importancia a la hora de
determinar cómo responden entre sí los seres humanos. Cuando nos estamos
comunicando con alguien, comenzamos a tomar más en cuenta su “marco
lingüístico”. Aunque podemos compartir una cultura global, este trasfondo
incluye varias subculturas, que por lo general son más importantes para sus
miembros que la cultura general. Pertenecer a una cultura hace que las personas
se sientan especiales. Para comunicarnos claramente con otras personas, es
preciso que nos apeguemos a las normas subculturales. Para entablar una
relación aún más estrecha, válgase de la forma de expresión del otro. A veces,
es más importante cómo hablamos que lo que decimos. Los humanos pueden procesar
500 palabras por minuto, pero sólo hablan 150 palabras por minuto. Cuando una
persona nos escucha, ¿qué ocurre con esta capacidad mental extra? ¿Está
recibiendo estímulos contradictorios o se está distrayendo? Llame la atención
de la otra persona mediante conversaciones osadas y enunciados provocativos. El
drama cautivará a quienes lo escuchan. Bríndeles un panorama general del tema,
y luego entre en detalles. Como hace la mayoría de los periodistas, empiece por
lo general y después ofrezca los detalles. Los pilotos de helicóptero pueden
volar a baja altura, y ver con detalle una pequeña extensión, o volar a gran
altura, sacrificando así los detalles de una gran extensión. Las personas que
son hábiles hablando utilizan el lenguaje del mismo modo, para variar la
perspectiva. Para mejorar su claridad:
1. Practique “discursos de elevador”: imagine que debe
comunicar los elementos más importantes en un minuto, mientras usa el elevador.
2. Bríndele a la otra persona el germen de la idea:
deje que dicha persona la complete. A veces, el silencio es oro.
3. Asegúrese de que sus hábitos al hablar no generen
conflictos o malentendidos: el mensaje se puede ver afectado por la forma en
que lo emitimos. Decir “esa es una idea estúpida” es muy diferente que decir
“no estoy de acuerdo”. La primera frase pone a quien nos escucha a la
defensiva. En cambio, la segunda frase es neutra.
4. Use metáforas: este atajo lingüístico puede
comunicar ideas complejas. Las metáforas estimulan la mente de nuestro
interlocutor, y avivan la conversación.
5. No use sólo el verbo “ser”: los verbos activos
hacen que el lenguaje sea más dinámico y específico. Estos verbos son
especialmente útiles cuando estamos tratando de resolver un problema. Al
reformular nuestros enunciados con verbos activos, obligamos a los demás a
reformular sus pensamientos.
EMPATÍA.
La empatía es un sentimiento de conexión o relación.
Es la habilidad de entender los sentimientos ajenos. La empatía es necesaria
para colaborar. En contraste, los comportamientos abrasivos y bruscos alejan a
la gente. Los conflictos suelen seguir un patrón de desconfianza, que pasa por
la provocación y se intensifica antes de estancarse. Por lo general, discutir
no cambia el punto de vista de una persona, esto sólo genera más discusión. Sin
embargo, la empatía puede generar un nuevo patrón de cooperación productiva,
que supone contribuciones recíprocas, transacciones mutuamente beneficiosas y
continuidad. En vez de atacar las ideas de los demás, muestre respeto por el
punto de vista ajeno. Pídale a su interlocutor que se explique. “Limpie el
aire” a la primera señal de incomodidad emocional en vez de evitar el conflicto
y dejar que la insatisfacción crezca. En vez de confrontar, sostenga una “conversación
crucial”, en la que exponga sus intereses y escuche los intereses de su
interlocutor. Ciertos estudios demuestran que las personas deciden si continuar
o dejar una conversación en los primeros cuatro minutos. El experto Leonard
Zunin recomienda tomar en cuenta esta observación en nuestras relaciones a
largo plazo. Cuando nos encontramos con alguien que no vemos desde hace tiempo,
utilice los primeros cuatro minutos para restablecer la relación, y ocúpese de
los asuntos más mundanos después. Esta forma de “mantener las relaciones” puede
crear lazos aún más estrechos. Cultive hábitos sociales que fortalezcan la
relación: elogiar honestamente, mantener las promesas, escuchar y criticar
constructivamente. Evite los comportamientos “tóxicos”, como aplastar las ideas
ajenas, evitar los elogios, alardear, ser esquivo, etc.
JUDO VERBAL.
El experto en comunicaciones, George Thompson, creó el
“judo verbal”. Este consiste en un conjunto de técnicas para las personas que
lidian a diario con personas enojadas e irracionales.
El judo verbal es muy útil para las personas que están
tratando de resolver conflictos:
1. Escuchar activamente.
2. Tratar de ver el otro punto de vista.
3. Pregunte y recopile información.
4. Parafrasee lo que la otra persona está diciendo,
para confirmar que estamos comprendiendo.
5. Resuma junto a la otra persona los pasos para
resolver el problema.
ESTILO DE INTERACCIÓN.
¿Está usted orientado hacia la gente o hacia las
tareas? ¿Usted trata de persuadir a los demás para que lo acompañen o prefiere
ir solo? La respuesta a estas preguntas determina cuál es su estilo de
interacción. Ningún estilo es mejor que otro. Los estilos de interacción son:
1. Impulsadores: se valen de un gran nivel de energía
social para alentar a los demás a que hagan una tarea dada.
2. Energizadores: motivan a la gente para que trabaje
en equipo en la consecución de un objetivo.
3. Diplomáticos: se valen de las relaciones sociales
para crear consenso.
4. Solitarios: necesitan retirarse en soledad para
recargar sus energías después de una intensa interacción social, pero no son
antisociales. Sin embargo, se orientan mucho hacia las tareas.
INTELIGENCIA SOCIAL ORGANIZACIONAL.
Las compañías pueden evitar varios patrones
disfuncionales si aumentan la inteligencia social organizacional. Por ejemplo,
en algunas compañías, los líderes organizacionales no logran concentrarse en un
único problema a la vez. Pasan de un asunto a otro no por iniciativa, sino
porque están reaccionando ante las fuerzas del mercado. Este comportamiento
entorpece el ritmo de la organización. Los líderes deben aprender a discutir a
fondo estos problemas, respetando todos los puntos de vista. El proceso puede
ser difícil, pero funciona. Lidiar con la diversidad puede también ser difícil
para muchas organizaciones porque la gente no entiende los problemas
existentes. Sin embargo, respetar la diversidad significa respetar a los demás.
En todas las organizaciones hay que aplicar la política. No podemos elegir no
participar, sólo podemos escoger entre participar bien o mal. La política no es
otra cosa que el modo que tienen los seres humanos de influir en los demás.
Para influir en los demás, es preciso hacer algo notorio y asumir el crédito.
Cree coaliciones, enfocándose en los beneficios que les ofrece a los demás.
Trabaje en equipo, pero planifique para su propio progreso. Mantenga abiertas
sus opciones. Desarrolle una estrategia de escape. Su título profesional le da
“autoridad formal”, pero asumir las responsabilidades de un líder le valdrá una
“verdadera autoridad”. Gánese su autoridad aplicando su experiencia para
beneficiar al grupo. Así que ofrézcales a los miembros información útil. Ayude
a sus socios a superar problemas. Cree consenso. Contribuya a restablecer y
conservar la empatía cuando esto sea necesario. Los negociadores “duros” tratan
de obtener el mayor valor para sí mismos, mientras que la otra parte obtiene lo
menos posible. En este escenario ninguna de las partes obtiene lo que quiere,
por el contrario, cada parte limita la ganancia de la otra parte. Redefina su
concepto de negociación exitosa y procure crear situaciones en las que ganen
ambas partes. Comience dialogando en vez de ofreciendo. Cuando ambas partes
exponen sus intereses, pueden buscar un resultado que beneficie a todo el mundo.
Presente varias opciones que provean diferentes beneficios, y pregúntele a la
otra parte que opción le conviene más.
BIBLIOGRAFÍA.
Resumen del libro: Inteligencia Social.
Escrito por: Karl Albrecht.
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