PARTE I:
EMPRESAS EXITOSAS.
La
investigación de Peters y Waterman fue desarrollada en una época en la cual las
empresas norteamericanas estaban bajo una fuerte presión competitiva por parte
de empresas japonesas. En cierta forma, la idea era recopilar las ideas y los
sistemas de las empresas más exitosas, para compartirlas y ponerlas en práctica
en aquellas que no lo eran, y así impulsar la competitividad.
La
selección.
Los autores
comenzaron compilando una lista de empresas que los gerentes, consultores,
periodistas de negocios y académicos consideraban excelentes e innovadoras. La
lista de 75 empresas se redujo a 43, basados en la aplicación de criterios de
excelencia:
-
Crecimiento constantes en los últimos 20 años.
- En buenas
condiciones financieras.
- Historia
de innovación, introduciendo nuevos productos y servicios.
- Historia
de respuesta rápida ante los cambios del mercado.
La lista de
empresas, correspondientes a 6 industrias clave de la economía, incluía algunas
que hoy, muchos años después, siguen siendo ampliamente conocidas y
reconocidas: Procter & Gamble, Hewlett Packard, Johnson & Johnson, 3M,
Caterpillar, McDonald’s, Disney, Boeing y Exxon, entre otras.
Las
variables.
El estudio
se basó en el examen de siete variables fundamentales, que después llegaron a
conocerse como el “modelo de las 7 S de McKinsey”, dado que las variables
comienzan con la letra S en inglés, y los autores eran para la época empleados
de la conocida empresa consultora. Las 7 variables son:
- Valores
compartidos (shared values).
- Sistemas (Systems).
- Estilo (Style).
- Personal (Staff).
-
Habilidades (Skills).
-
Estrategia (Strategy).
-
Estructura (Structure).
PARTE
II: HACIA UNA NUEVA TEORÍA.
El estudio
hizo dos hallazgos importantes:
El modelo
racional.
La
enseñanza de administración de empresas tradicional enfatizaba la importancia
de encontrar una justificación analítica a todas las decisiones. Las empresas
excelentes eran muy buenas obteniendo números, analizándolos y utilizándolos
para resolver problemas. Sin embargo, no se conforman con el principio de la
racionalidad, y le dan mucha importancia a las cualidades “blandas” o
humanas. Estas empresas entienden que
las personas no son siempre racionales, y que los sentimientos con frecuencia
motivan a los clientes y empleados. En otras palabras, aunque la racionalidad
es la base de los negocios, puede tener sus desventajas si se depende demasiado
de ella. Abusar de la racionalidad puede llevar a:
- Ser
demasiado negativo y crítico.
- Resistirse
a la experimentación y a cometer errores.
- Alentar
la complejidad e inflexibilidad excesiva.
-
Desalentar la informalidad.
La
motivación.
Los
factores que motivan e inspiran a gerentes, empleados y clientes, no son
necesariamente racionales. La mayoría surgen del lado derecho del cerebro. Ejemplo
de esto es la necesidad que sienten las personas de sentirse ganadoras. Es por
ello que las empresas excelentes celebran los triunfos con recompensas y
halagos. La mayoría de las personas aprenden mejor con sistemas y
procedimientos fáciles; se debe tener entonces sólo unos cuantos objetivos y
líneas de orientación. Un hallazgo interesante es que el refuerzo positivo
(premiación) funciona mejor que el refuerzo negativo (castigo). En base a estos
hallazgos, los autores desarrollan sus ocho principios que caracterizan a las
compañías excelentes, basados en el capital humano, orientado al refuerzo
positivo, con un enfoque intuitivo de la gerencia de empresas.
PARTE
III: LOS PRINCIPIOS.
1.-
Orientación a la acción.
Las
empresas excelentes siempre están listas para responder en forma rápida,
eficiente y efectiva. Utilizan pequeño “equipos de tarea” (task force), que
ensamblan para enfrentar nuevas oportunidades, amenazas o proyectos. Estos
equipos trascienden las barreras impuestas por las estructuras tradicionales, y
toman acciones en pocos días. Su forma de actuar es “hazlo, arréglalo,
inténtalo”. Esto en contraste con los grandes equipos tradicionales, trabajando
por meses y cuyo resultado es un inmenso reporte. Esta técnica de “romper” la
organización en pequeños pedazos, le da mayor fluidez y estimula la acción.
Estos grupos, que pueden tomar varias formas como círculos de calidad o centros
de proyecto, se organizan y desintegran en forma rápida, se estructuran con
empleados de diversas habilidades, y producen poca documentación. Las empresas
excelentes están siempre dispuestas a experimentar. Están dispuestas a correr
riesgos en nuevos proyectos y a cometer errores en el proceso. Esta disposición
también promueve la acción. Otro factor que promueve la acción es la
simplificación de los sistemas. Esto implica reducir los planes de acción a
sólo unos cuantos objetivos o metas, y a mantener las comunicaciones cortas;
esto crea un claro camino para la acción.
2.-
Cercanía al cliente.
Las
empresas excelentes están obsesionadas por brindarle al cliente calidad,
confiabilidad y buen servicio. Para ellas es más importante satisfacer a sus
clientes que su liderazgo tecnológico o su capacidad de producir a bajo costo. En
ocasiones, este compromiso con el cliente implica tomar decisiones que parecen
poco acertadas a corto plazo; pero que a largo plazo generan lealtad del
cliente. Estas empresas transmiten a sus empleados la importancia de poner de
primero los intereses del cliente. El entrenamiento del personal es fundamental
para este propósito. El énfasis en el cliente implica muchas veces hallar un
nicho, en el cual la empresa pueda ser la mejor, sea por su precio, su
segmentación, su habilidad de solucionar problemas o su tecnología. Estar cerca
del cliente implica ser un buen escucha y oír lo que los usuarios realmente
quieren de su producto o servicio. Lo oído y aprendido del cliente genera
innovación y desarrollos futuros.
3.-
Autonomía y espíritu emprendedor.
Las empresas
excelentes estimulan el trabajo autónomo y emprendedor de sus empleados. Para
ello, alientan a los investigadores a explorar nuevas ideas y a los gerentes de
marca a desarrollar nuevos productos prometedores. Estas empresas reconocen y
recompensan a los campeones y pioneros en distintos niveles. Les proveen un
sistema de apoyo para ayudarlos a florecer, en la forma de retos o equipos de
innovación. Adicionalmente, estas empresas toleran los fracasos. Reconocen que
los experimentos no siempre funcionan, y que con frecuencia se debe intentar
varias veces antes de alcanzar el éxito.
4.-
Productividad a través de la gente.
Las
empresas excelentes respetan el individuo. Esto implica ofrecer buen
entrenamiento, establecer expectativas claras y razonables, y otorgarle al
individuo autonomía para tomar iniciativa y contribuir con su trabajo. Se trata
de proveer un clima de trabajo adecuado para que los empleados crezcan y se
desarrollen, manteniéndolos contentos y motivados.
5.-
Orientación a los valores.
Las
empresas excelentes son arriesgadas y orientadas a los valores. Son claras en
cuanto a lo que buscan, y se toman muy en serio el proceso de moldear los
valores que desean transmitir. Poseen un conjunto bien definido de creencias
orientadoras, y quieren que sus empleados compartan tales valores. Para tales
efectos, relatan historias, leyendas y mitos consistentes con sus valores y su
cultura organizacional. Limitan el contenido específico de estas creencias
predominantes a unos cuantos valores fundamentales.
6.-
Apego a su negocio central.
Las
compañías excelentes se centran en un negocio central, en el cual pueden
destacarse. Por ejemplo, se enfocan en productos basados en determinada
tecnología o habilidad. Por el contrario, las empresas que se diversifican
hacia un amplio rango de campos, tienden a ser menos exitosas.
7.-
Forma simple, personal magro.
Las
empresas excelentes tratan que sus reglas y procedimientos se mantengan
simples. Tienen la menor cantidad posible de capas gerenciales. Esta simplicidad
les proporciona la habilidad de ser más flexibles, y les permite reaccionar
rápidamente frente a las condiciones cambiantes de su entorno. No es extraño
encontrar empresas multibillonarias conformadas por un personal que no llega a
cien personas.
8.- Dirección
central con libertad individual.
Las
empresas excelentes combinan la centralización y la descentralización. Es
decir, tienen controles rígidos, pero al mismo tiempo son abiertas y flexibles
ante el cambio. En otras palabras, permiten que la dirección central y la
autonomía individual coexistan.
BIBLIOGRAFÍA.
Resumen del
libro: En Busca De La
Excelencia.
Escrito
por: Tom Peters y Robert H. Waterman.
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